Hace tres semanas acabamos la temporada de bodas 2021, una temporada que teníamos muchas ganas de empezar, ya que muchas bodas fueron pospuestas el año pasado. Ganas los novios de que llegara su boda, y ganas nosotros de poder asistir a ella.
Cuando trabajas en algo tan bonito como son las bodas, sin darte cuenta le coges adicción. Es trabajo sí, pero el subidón de asistir a una boda, ¡no te lo quita el trabajo!
Supongo que no le pasará a todo el mundo, va mucho con la personalidad y lo sentimental que seas. En nuestro caso, pasa.
Los pelos se nos erizan cada vez que vemos a una pareja verse por primera vez, cuando escuchamos a una amiga contar hazañas de cuando eran pequeñas, o cuando vemos a un familiar roto por los recuerdos. Se nos erizan los pelos y se nos llenan los ojos de lágrimas.
¡A mí sobre todo!
¿Y qué pasa cuando encima conoces a los novios? Todo se multiplica x1000.
Esto es lo que nos pasó en la boda de Edgar&Maria, que todo se multiplicó, ¡Y mucho!
No os podéis imaginar lo que disfrutamos, reímos y lloramos… Sin duda, una boda que recordaremos siempre.